La habilidad que todos deberíamos tener en el matrimonio
Esta semana le pedí el favor a mi esposo de seguir tendiendo la cama, antes de llevar a mi hijo a estudiar.
Él me dijo que le gustaba cuando yo le daba indicaciones específicas.
Hace unos días él me dijo que le gustaba cuando yo era cariñosa. Así que con gusto empecé a darle más afecto.
Nunca me gustó pedir. Incluso cuando oraba me costaba hacerlo, aunque Dios dice claro: “Pedid y se os dará.”
Pero con estas dos situaciones descubrí que, dentro de un matrimonio sano, pedir es algo necesario. ¿Por qué? Porque muchas de las cosas que hacemos no las hacemos por malicia sino por desconocimiento o ignorancia. Damos por sentada la relación y se nos olvida que nuestra pareja cambia con el tiempo al igual que sus necesidades.
Si dos personas se aman, estarán abiertas a hacer cambios. A veces una esposa que estudia hasta tarde no es consciente de que su esposo se siente lejos de ella hasta que él se lo expresa.
Si yo devolviera el tiempo, hay 3 cosas que hubiera trabajado desde mi niñez: CONFRONTAR, DECIR “NO” Y PEDIR. Pasé por tanto enojo y frustración por no saber gestionar ninguna de las tres.
Tenemos que vivir con la consciencia de que merecemos cosas buenas, y de que no debemos conformarnos con relaciones mediocres. De que pedir está en la misma lista de trazar límites y no aceptar lo intolerable en el matrimonio.
El no pedir durante años me llevó a ser una esposa rencorosa que reprimía mis anhelos. El problema, es que por mucho que los reprimía, estos encontraban la manera de asomar sus garras a través de la ira y el irrespeto hacia mi esposo. No quiero que eso te pase a ti.
Mereces cosas muy buenas.
